No. El tema del extravío del pendón de la ciudad no puede considerarse una de aquellas “serpientes de verano” que saltan de las páginas de los periódicos huyendo de la canícula informativa. Decididamente no. Pero es en estos días, en unos de los inicios de verano más calientes con respecto a la información generada por el ayuntamiento de Jerez, cuando la prensa se hace eco de un rumor que corre desde hace años por los cotarros de los historiadores jerezanos: que una pieza de incalculable valor histórico, esa pieza con la que surge el Jerez del que somos herederos directos, el pendón, se ha esfumado como por arte de magia. ¿Magia? Pues sí, la magia de la incultura y la indiferencia.
Y es que parece que en nuestra ciudad se ha instalado un mago encantador que arremete contra todo lo que se encuentre bajo la custodia de nuestros munícipes que tenga que ver con nuestro patrimonio histórico-artístico, nuestras raíces culturales, en definitiva. Una de sus últimas y más osadas hazañas fue hacer desparecer aquel “pequeño” alambique del siglo XIX de la bodega de la calle Ponce donde esperaba a que alguien lo indultase y le diese un destino distinto al que han padecido otros elementos del patrimonio de la ciudad. No hubo perdón: ya estaba condenado al abandono por el pueblo de Jerez, al igual que la “Ermita de Guía”, el palacio Riquelme, Villapanés, la arquitectura doméstica jerezana, la Catedral… o el propio pendón.
Y ahora sólo cabe preguntarse: ¿Dónde estaban esos funcionarios municipales encargados de velar de una pieza que debía haber sido restaurada y expuesta en un lugar preeminente de nuestro museo cuando fue entregada en 1991 a manos del alcalde Pacheco por el deán Repetto? ¿Dónde han estado esos “caballeros jerezanos” que dicen proteger la cultura de esos magos encantadores que nos dejan huérfanos a fuerza cercenar nuestras raíces? ¿Quizás abrillantado sus armaduras?
Jerez necesita Quijotes enjaulados, descalabrados y con armaduras abolladas de acometer contra los molinos de la incultura y la indiferencia. Desde este blog ya velamos las armas.
Y es que parece que en nuestra ciudad se ha instalado un mago encantador que arremete contra todo lo que se encuentre bajo la custodia de nuestros munícipes que tenga que ver con nuestro patrimonio histórico-artístico, nuestras raíces culturales, en definitiva. Una de sus últimas y más osadas hazañas fue hacer desparecer aquel “pequeño” alambique del siglo XIX de la bodega de la calle Ponce donde esperaba a que alguien lo indultase y le diese un destino distinto al que han padecido otros elementos del patrimonio de la ciudad. No hubo perdón: ya estaba condenado al abandono por el pueblo de Jerez, al igual que la “Ermita de Guía”, el palacio Riquelme, Villapanés, la arquitectura doméstica jerezana, la Catedral… o el propio pendón.
Y ahora sólo cabe preguntarse: ¿Dónde estaban esos funcionarios municipales encargados de velar de una pieza que debía haber sido restaurada y expuesta en un lugar preeminente de nuestro museo cuando fue entregada en 1991 a manos del alcalde Pacheco por el deán Repetto? ¿Dónde han estado esos “caballeros jerezanos” que dicen proteger la cultura de esos magos encantadores que nos dejan huérfanos a fuerza cercenar nuestras raíces? ¿Quizás abrillantado sus armaduras?
Jerez necesita Quijotes enjaulados, descalabrados y con armaduras abolladas de acometer contra los molinos de la incultura y la indiferencia. Desde este blog ya velamos las armas.
Juan Antonio Moreno Arana
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