La antigua calle Carpintería Alta
vuelve a adquirir protagonismo en
nuestro blog debido, una vez más, no sólo al estado de ruina, abandono y
derribos con fines especulativos en que se encuentra, sino, por si esto fuese
poco, por la extrema suciedad y el espantoso estado de inmundicia en que se
encuentra el recinto que fue, hace una
eternidad, el tabanco del “Duque”, el cual formaba parte del edificio de las Bodegas de
Parra.
Este enorme conjunto
arquitectónico, del que ya he escrito otras veces (y seguiré haciéndolo
mientras sea necesario), llega desde esta esquina fétida, inmediata al balcón
de Ponce de León, hasta la calle Canto,
donde se engloban restos arquitectónicos del siglo XV, conservándose allí una
de las fachadas más antiguas de Jerez.
Este conjunto, que salvó su vida
porque Pacheco dejó de ser quien era y “gracias” a que ninguna de las
alcaldesas que le sucedieron en el trono municipal ha hecho nada, no sólo sigue
en riesgo de desaparición total debido a su estado de incuria y abandono, sino
que está a punto de convertirse en un futuro yacimiento arqueológico, como aquéllos
surgidos a raíz de los restos orgánicos acumulados, por ejemplo, los concheros
neolíticos.
Estos concheros se formaron debido
a la gran cantidad de mejillones devorados por los europeos de los años 5.000 a 3.000 de A.J.C. Las cáscaras de estos moluscos,
arrojadas, una tras otras, a un montón, terminaron por formar verdaderas
colinas.
Pues bien, algo parecido parece
que se han propuesto en este malhadado recinto, que, fotografiado en Navidades
y luego en verano, comprobamos como ha aumentado de tamaño y ganado en
pestilente esplendor.
¡Y todo ello en un edificio cuya
propiedad es municipal!
Los autores de semejante
enriquecimiento basural son los muchos seres humanos, jerezanos y forasteros,
que, carentes de la más mínima educación y vergüenza, arrojan allí toda clase
de cochambres e, incluso, parece que duermen dentro.
También se han producido varios
incendios con el peligro consiguiente para todo el barrio, incluido el asilo de
ancianos existente apenas unos metros más abajo.
Hace una o dos semanas escuchamos
en un pleno municipal como un responsable de Urbanismo comentaba que se había
limpiado la calle Vid debido a las protestas de los vecinos que la transitaban.
Y yo, que aún creo en la bondad de la naturaleza humana, pensé que también
podrían haber limpiado el Duque, fuente de indignación y quejas con tantos o más
motivos que dicha vía.
Pues allí fui y, en efecto,
aunque aseada, la calle Vid ya comenzaba a acumular de nuevo los fértiles
restos del botellón perpetuo que anima sin control las noches ciudadanas, así
como la personalísima huella de los grafiteros, que todo lo “firman” sin
ninguna represión, pero el Duque….ah, el Duque….
Cuando me asomaba a su interior una voz
desesperada gritó a mis espaldas “¡Fotografíala Esperanza que es la ventana más
bonita de Jerez!”. Era el dueño del nuevo Bar-Restaurante que ha abierto sus
puertas en las inmediaciones de semejante basurero y que, tras rehabilitar y
dar uso productivo a su casa, recibe, en primer lugar, todas las emanaciones y
efluvios procedentes de ese atentado a la sanidad pública.
Cuando metí los brazos a través
de las rejas para hacer las fotos, sentí en la piel toda la ebullición de la
vida animal que producía la fermentación de las basuras combinadas con la
ardiente temperatura del mes de Julio. El olor, indescriptible, fue un viaje al pasado, cuando los muladares
poblaban Jerez y se trazaban con proyección urbanística en el dibujo de Antón
van der Wyngaerde, en 1567.
La hija del hostelero me llevó a
su azotea para ver cómo el techo de las bodegas se cae a pedazos, cómo a través
de éstos emergen frondosos árboles, cómo de los cajetines de la electricidad
brotan flores y plantas dignos de un paso de palio, con el peligro de que
cualquier día vaya a ocurrir un desastre por la mezcla vegetación-electricidad-humedad.
Aparte de eso, las vistas desde esa azotea eran maravillosas, dignas de ser disfrutadas sin inmundicias ni ruinas alrededor.
Da compasión ver tanta belleza y
tan maltratada, ver tanto derroche del
pasado en imprentas japonesas y otros fastos mientras que lo verdaderamente
valioso de una ciudad se muere sin remedio.
E indigna que, cuando en época de
recesión y paro, un empresario abre un negocio en una zona como ésta, ni se
escuche su voz cuando pide algo tan lógico como es que se limpie un vertedero urbano,
igual que en el siglo XVII, cuando se hacían las peticiones de limpieza para
los muladares, verdaderas montañas de basura que existían por toda la ciudad.
Este es un problema múltiple,
pues si bien el Ayuntamiento no consolida, limpia ni cierra herméticamente ese
edificio abandonado y de su propiedad, la gente es la que lo ensucia y la que orina
por todas partes de la ciudad, especialmente en noches de botellón, siendo ayudados
en esta tarea por los perros, cuyas cacas no siempre recogen sus amos y que suelen ocupar el centro geométrico de
las aceras.
Sin educación ciudadana y buenos
multazos a los infractores no hacemos nada, y permaneceremos en el tercer o
cuarto mundo en cuanto a urbanismo y urbanidad respecta.
Para terminar, en el pasado hubo muchas
ordenanzas al respecto que parecen mantener su vigencia: en 1614 el Corregidor
instaba a los vecinos para que no arrojasen basuras a la vía pública,
prohibiendo tirar “agua sucia” (o sea, orines y caca) desde sus ventanas a la
calle. Los muladares importantes dieron nombres a algunas calles, como en el
caso de la de Santo Domingo que se llamó: “Muladar de Santo Domingo” y “Nueva
del Muladar”. En la calle de las Lecheras (San Miguel) había uno “tan grande y
tan asqueroso que no había quien pudiese pasar por dicha calle y estaba tan
levantado que fácilmente se podía entrar por él a las casas que lindaban”
(Archivo Municipal de Jerez, Cabildo de 14 de Enero de 1643, f. 86)
A ver si entre todos, aprendemos
algo de la Historia y nos civilizamos.
Además, los políticos nos sangran
a impuestos e IVA para mantenerlos “a ellos”, que son nuestro tercer problema,
y, por desgracia, los votamos.
No se que da más asco en todo
esto.
Esperanza de los Ríos.