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La sibila Casandra según el maestro Miguel Ángel |
Conocer las desgracias venideras y
que nadie hiciera caso a sus terribles vaticinios fue el cruel castigo que el
rubio Apolo asestó a la virginal Casandra por negarse a compartir libidinosos
juegos amorosos al son de su lira. Mala leche tenían los dioses del Olimpo.
La desesperanza de Casandra es el
sentimiento que invade a quienes pretendimos que este blog no debía quedar en lamentos
virtuales, ni en extravagantes rutas turísticas-reivindicativas. Consideramos
que, como palabras al aire que eran, su sino no era otro si no el de perderse como cenizas con el más leve soplo. Por mucho que retumbasen entre los decrépitos muros de esta
Nueva Troya, vencida también por los pecados de sus gobernantes, nada impediría
que sus ecos se ahogasen en el olvido de quienes miraban y siguen mirando hacia
otro lado. Los vaticinios de la ruina de Jerez, como los de Troya, debían
llegar directamente a los oídos de los que tienen gran parte de la
responsabilidad de vencer el decidido avance de esta barbarie. Así surgió el tan traído
y llevado, en los últimos días, Manifiesto
del Patrimonio, y las denuncias que este blog ha abanderado a lo largo de
estos años. Pero la bodega y el tabanco
del Duque ya cayeron.
Dejar que corran y se pierdan los
días convocando la lisonjera Mesa de Casco Histórico es todo lo más que nuestras
voces de alarma han logrado dentro del Ayuntamiento, propietario, repetimos por enésima
vez, de ese conjunto, ya irrecuperable, y responsable de lo que le suceda al resto del conjunto histórico-artístico jerezano.
Una Mesa, mejor cama, para recostar cantaros vacíos, esos de los que decía
Tagore que son los que más y mejor suenan, y que sólo servirá para que el Tiempo, ese Dios
implacable que todo lo muda y que con las horas breves y su insolente guadaña nos
lleva de la cuna a la sepultura, gane, antes de tiempo, la partida.
Un poderoso contrario que la
Asociación para la Restauración de Santiago, por su parte, -que aquí hay caña
para todos- parece no temer, a razón del acompasado ritmo de eternos intervalos
cuánticos en el que se están moviendo sus acciones.
Mientras bajan o no del Mundo de
las Ideas, nuestro Patrimonio cae de la misma irreversible forma que la arena
dentro de la clépsidra.
Ahora, desengañados lectores, que
para otros no escribo, revisen el Manifiesto
del blog y vaticinarán los siguientes decesos patrimoniales que nos aguardan,
pero no esperen que nos hagan caso.
Juan Antonio Moreno Arana
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