En cualquier ciudad medianamente culta se hubiese conservado lo más posible de la arquitectura original del barrio y, de no ser esto posible, se habrían respetado unas normas básicas, que no ha sido el caso. Esto es de lo poco que queda en esta calle. De nosotros depende que siga la sangría del ladrillazo.
Porque así tenemos lo que tenemos y como lo tenemos.
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