miércoles, 9 de marzo de 2011

LAS SIETE REVUELTAS, ENTRE ORTIGAS Y MOJONES
















Las Siete Revueltas es un lugar donde un turista podría ser feliz y sentirse realizado cuando la recorriese. Cualquier viajero que se desplaza desde la otra punta del mundo para venir a Jerez, según la filosofía del "Turismo de Calidad" que propugna nuestro Ayunta-miento, ansía recorrer sitios recoletos, misteriosos y llenos de encanto, exactamente como las Siete Revueltas... podrían ser, que no son, sino más bien un lugar donde las peores pesadillas pueden convertirse en realidad, según el lenguaje de las películas de terror americanas.
¿Quién no se imagina un duelo, una dama raptada, un poeta cantando a la luz de la luna, un fantasma enamorado, en un lugar como este?... Todos hemos viajado y en cada ciudad que se precie, ya sea Toledo, Arcos de la Frontera o Amsterdam, hay un rincón similar a este que te enseñan con orgullo y cuyo nombre las guías impresas resaltan en negrita.


Sin embargo, las Siete Revueltas siempre, o casi siempre, estuvieron cerradas. Yo nunca llegué a saber si eran siete o tres las vueltas que daba la calle, no me dio tiempo de hacerlo.
Algunas de las imagenes nos muestran la calle en la época pachequil en que estuvo abierta. Al ser una medida simplemente "cosmética" y no estar saneada socialmente la zona ni vigilado el sitio, hubo que cerrarla otra vez, por convertirse en un lugar "recogedero de malos hombres y mugeres que con sus afrentas ofenden a Su Divina Magestad", en palabras del siglo XVII.

Las fotos en que está limpita es el pasado, la ornamentada con ortigas y mojones que perfuman el aire, el presente. Porque la calleja se cerró ante el peligro que suponía para los osados que la transitasen. Y como en una vuelta al pasado, lo que fue tránsito se transformó en muladar, como el mismo lateral de la inmediata iglesia de San Juan de los Caballeros.

Vemos la preciosa pared de aparejo tradicional, de cantería y ladrillo, un tipo de aparejo cuyo uso se cita por primera vez en un documento de hacia 1550 y ya entonces era habitual en la ciudad (Romero Bejarano dixit).


...Y vemos el estado de jardín botánico en que se encuentra. Si los señores munícipes necesitan dinero, cosechando las ortigas que aquí crecen podrán hacer un champú anticaspa de gran calidad que podrían vender como producto típico del "Turismo de Calidad" con que nos engañáis. Al menos trabajarían y harían algo útil por sus conciudadanos.


Un sitio que sería un lujo para guiris y jerezanos, es un retrete de lujo al aire libre, como diría mi amigo Fernando Aroca, pues asegura con razón que Jerez tiene los mejores retretes del mundo.

Así se abonan las ortigas que lucen maravillosas, añado yo.

En la siguiente entrada, os advertiré acerca de un posible ladrillazo que se trama en un solar adyacente a esta calle.


El Mal, encarnado en políticos, arquitectos y señores del ladrillo, no duerme nunca.
Por cierto, señora García Pelayo: ¿Qué tiene que decir a los jerezanos de todo esto? ¿Porqué en sus muchas preguntas al Ayunta-miento jamás ha hecho niguna a propósito del estado del Patrimonio? ¿Ni acerca del Pendón? ¿Ni acerca de la inmediata Capilla de la Jura que se cae a pedazos? ¿Ni de Santiago, abandonada hasta por sus antiguos cofrades? ¿Por qué?

¡Qué asco, por Dios y por Jeremías¡

Esperanza de los Ríos.




















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